Contemplando mi realidad presente, medito.
La palabra “meditación” viene del latín “meditatio”,
indicando originalmente un ejercicio intelectual. En Occidente, de este modo,
se ha diferenciado a la meditación de la contemplación.
Sin embargo, en Oriente, los límites son más difusos.
Luego, la influencia del pensamiento oriental en Europa nos
acercó al concepto de la meditación dentro del marco de la filosofía del Yoga,
originada en la India.
Más adelante, los teósofos adoptaron la palabra meditación
para circunscribir a todas las prácticas de conocimiento interno que profesaban
en el Budismo y en el Hinduismo.
En Occidente, las vasijas celtas nos señalan figuras con la
postura yóguica.
Hoy en día, autores tanto orientales como occidentales nos
describen muchísimos métodos de contemplación. Se incluyen también a las
meditaciones en movimiento como lo es el Tai Chi.
Meditar o contemplar refina un sexto sentido. Danzar dentro
de un ritmo elevado nos pone en sintonía con la gracia del arte.
Naturaleza que guía
la sabiduría del hombre.
La quietud que da
un conocimiento intangible
pero cierto.
Cientos de métodos o técnicas de meditación que pueden
agruparse en dos líneas: la contemplación de un objeto (puede no ser tangible)
y la consciencia sin objeto, esta tal vez un poco más avanzada, dicen los que
saben.
La meditación expande el yo. Puede vincularse a una práctica
religiosa o simplemente ser herramienta para el que sabe lo que busca y de esta
manera entiende lo que encuentra.
Desarrolla la paciencia, la templanza y, en el mejor de los
casos, por qué no el desapego.
Sacar el lustre
a nuestro corazón.
Brilla limpio y puro.
Irradia paz y bienaventuranza.
Tanto la memoria de cada persona como la memoria colectiva
sanan con esta clase de métodos que purifican. Técnicas que nos ayudan a elevar
la vibración del planeta, comenzando con la nuestra.
Proceso de cambio. Como todo es una elección. Ascender o
quedarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario